domingo, 1 de febrero de 2015

TRIUNFO DE SAN RAFAEL PUENTE ROMANO


Triunfo de San Rafael del Puente Romano

El Triunfo de San Rafael del Puente Romano es el más antiguo de los muchos triunfos existentes en la ciudad de Córdoba (España) dedicados al arcángel San Rafael, ángel custodio de la ciudad. Obra de Bernabé Gómez del Río en 1651 fue incorporado al Puente Romano en su pretil, para bendecir a todos aquellos visitantes que salían y entraban por la Puerta del Puente.
Es objeto de especial devoción por parte de los vecinos del barrio del Campo de la Verdad, al cual mantienen viva su llama, mediante ofrendas en forma de velas.
Contiene dos lápidas conmemorativas. La situada en el extremo inferior es del año 1789 y fue ofrecida por parte del gremio de curtidores al recién proclamado rey Carlos IV.

MAYOR GLORIA DE DIOS Y CULTO DE NUESTRO SANTO CUSTODIO, EL GREMIO DE CURTIDORES Y FABRICANTES (...) ESTA SANTA IMAGEN CELEBRIDAD DE LA FELIZ EXALTACIÓN AL TRONO DE NUESTRO CATÓLICO MONARCA EL R.D. CARLOS IV PORQUE DIOS LE GUARDE MUCHOS AÑOS. SEPTIEMBRE 19, AÑO 1789.

EL BARROCO EN CORDOBA


EL BARROCO EN CORDOBA
Casa de los Cueto (Plaza del Pozo de Cueto 6)

La Casa de los Cueto está considerada como un ejemplo de las casas particulares de estilo barroco construidas en la ciudad de Córdoba durante el siglo XVIII.
A diferencia de los dos patios existentes en otras casas solariegas cordobesas, en ésta solamente hay uno, alrededor del cual se estructura parte de ella. Está situado de manera oblicua con respecto al zaguán de entrada y en su lateral Este está delimitado por la pared medianera del edificio y situado entre dos galerías de arcos de medio punto: una, de dos vanos situada al Norte, con capiteles y columnas de acarreo y otra, de tres vanos al Sur, con columnas toscanas.
En la fachada principal, situada al Norte, destaca la portada de piedra adintelada cubierta por un frontón triangular partido sobre el que nos aparece, entre sendos escudos de armas, un balcón rematado a su vez por otro frontón, esta vez curvo y entero. La fachada Oeste, no visible en la fotografía, es algo más alta que la principal y tiene tres plantas de altura en lugar de solamente dos como aquella. Muy cerca de la casa medianera, se levanta un torreón rectangular con una ventana ajimezada en los laterales más estrechos (Oeste y Este) y una galería de arcos en los laterales más anchos (Norte y Sur).
En el conjunto de la fachada podemos observar el geométrico relieve formado por las placas típicas del barroco cordobés.

TRIUNFO DE SAN RAFAEL PLAZA DE AGUAYOS


Triunfo de San Rafael de la Plaza de los Aguayos

El Triunfo de San Rafael, situado en la Plaza de los Aguayos, fue levantado en el año 1753.
El monumento fue donado por los condes de Hornachuelos y marqueses de Santaella, cuyos escudos aparecen en su base. Junto a ellos, podemos ver relieves de los mártires de Córdoba.
El monumento está protegido con una verja y adornado por cuatro faroles



CUESTA DEL BAILIO





CUESTA DEL BAILIO

La escalera del cielo, de Rincones de Córdoba con encanto, obra de Francisco Solano Márquez (2003, Diario Córdoba)

El conjunto de volúmenes, luces, sombras y tonalidades que la Cuesta del Bailío regala al viajero desde abajo constituye, sin duda, uno de los conjuntos más hermosos que brinda el casco antiguo de Córdoba a quienes con los ojos bien abiertos busquen el alma de la ciudad. El tráfico incesante que sube por Alfaros contrasta con la isla de sosiego que es la cuesta, pero no turba su contemplación.
La cuesta salva su pendiente con 32 escalones –dos de ellos algo más anchos, a modo de rellanos en los que tomarse un respiro–, pavimentados con cantos rodados; los chinos oscuros dibujan curvas y volutas sobre fondo claro. A la derecha, la tapia del huerto de los Capuchinos extiende la colgadura vegetal de las buganvillas de color fucsia; y por encima de ellas despuntan las copas de algunos árboles, que insinúan un sombreado y fresco bosquecillo. A medida que se asciende la cuesta, surgen tras los árboles los rotundos volúmenes del crucero de la iglesia conventual de los Capuchinos.
El muro derecho, blanco y verde, contrasta con la austeridad que muestra el del lado izquierdo, de desnuda cal, sobre la que destacan las rústicas cruces de madera de un remoto vía crucis. La encalada fachada desmiente que al otro lado haya un solar abandonado, en el que despunta una esbelta y vieja palmera. Cierra la escalinata un blanco antepecho de mediana altura y redondeadas aristas, al que se adosa una fuente neobarroca de mármol negro.
Pero lo mejor de esta hermosa perspectiva es lo que se despliega arriba, y en especial la recuperada portada plateresca del antiguo palacio de los Fernández de Córdoba, la Casa del Bailío, que da nombre a la cuesta. Como reza la leyenda inscrita en una placa de metacrilato que Vimcorsa colocó en este rincón tras su remodelación, “la casa palaciega situada en la parte alta de la cuesta, que fue de los Fernández de Córdoba, por una dignidad de esta familia (Bailío), dio nombre definitivo a este espacio”. Añade el texto que la portada plateresca de la casa, obra del segundo Hernán Ruiz, constituye un buen ejemplo de la arquitectura cordobesa del siglo XVI. La casa, sumida durante las últimas décadas en un abandono inmerecido, ha sido objeto de reciente restauración, para acoger la Biblioteca Viva de al-Andalus.
Cuesta del Bailío antes de su remodelación (año 1934)
La fachada se prolonga por la derecha en un blanco paramento ante el que surge un joven y ya esbelto ciprés, que pinta una pincelada de ascetismo. A continuación del antiguo palacio despunta la armoniosa espadaña de la iglesia de los Dolores, repintada de ocre y rojo almagra, lo que le proporciona un bello contraste frente a la cal y el verdor vegetal dominantes. Casi al pie de la espadaña, cae sobre el muro de la calle una profusa catarata de buganvillas, que cobija, como si fuera un palio vegetal, un bello y antiguo azulejo dedicado a la Virgen de los Dolores, anunciador de la cercanía de la imagen mariana. E inmediatamente, un angosto callejón blanco conduce al asombro de la plaza de Capuchinos.
Según ilustra Vimcorsa, "la Cuesta del Bailío fue históricamente una de las comunicaciones entre la ciudad alta (Medina) y la baja (Ajerquía), que atravesaba la muralla de origen romano". Y añade que hasta el año 1711 hubo aquí un arco que dio nombre a la zona, conocida hasta entonces cono portillo de Corbacho. Si uno se abstrae del incesante tráfico que sube por Alfaros, la cuesta es un rincón sosegado y tranquilo. A media mañana sube un goteo de jubilados camino del cercano Hogar del Pensionista, que se cruzan con amas de casa de estos contornos camino de la compra y con turistas despistados que preguntan por el Cristo de los Faroles. Este sosiego se rompe en Semana Santa –cuando la gente se agolpa en la escalinata para ver bajar los pasos– y en la fiesta de la Cruz de Mayo, en que la hermandad de la Paz instala su cruz floral arropada por cofrades y devotos.